Filósofo y moralista francés Tal como él mismo relató en sus Memorias (1662), los primeros años de su vida adulta los pasó entre el ejército y la corte francesa, involucrado en hechos de armas y aventuras amorosas. Sin embargo, en 1652, debido a una herida que sufrió en la batalla de Faubourg Saint-Antoine que lo obligó a guardar reposo por un tiempo, volvió a París y entró en contacto con los círculos literarios. Concibió entonces su obra más conocida, las Máximas (1658-1663), colección de 700 epigramas que constituyen un hito del clasicismo francés. Tomando el egoísmo natural como la esencia de toda acción,
Algunas de las máximas que más me gustan de FRANÇOIS DE
Todo el mundo se queja de no tener memoria y nadie se queja de no tener criterio
Olvidamos nuestras faltas con mucha facilidad cuando sólo las conocemos nosotros
La gratitud de la mayoría de los hombres no es más que el deseo secreto de mayores beneficios
Si tuviésemos suficiente voluntad, casi siempre tendríamos medios suficientes
Apresurarse demasiado a corresponder un favor constituye una especie de ingratitud
Un sensato puede amar como un loco, pero nunca como un necio
La adulación es una moneda falsa que tiene curso gracias solo a nuestra vanidad
A todos nos sobran fuerzas para soportar los males ajenos
El perfecto valor consiste en hacer sin testigos lo que se sería capaz de hacer ante todo el mundo
Ni el Sol ni la muerte pueden mirarse fijamente
En los celos hay más amor propio que amor
El arte más profundo de un hombre hábil es el de saber ocultar su habilidad
Una mujer a la moda está siempre enamorada... de sí misma
No iría muy lejos la virtud si la vanidad no la acompañase
Se puede ser más astuto que otro, pero no más astuto que todos los demás
Es más fácil ser sabio para los demás que para uno mismo
Prometemos según nuestras esperanzas y cumplimos según nuestros temores
Los pleitos no durarían tanto tiempo si el error estuviera sólo en una parte
Nunca somos tan felices ni tan infelices como pensamos
Tres clases hay de ignorancia: no saber lo que debiera saberse, saber mal lo que se sabe, y saber lo que no debiera saberse
Como pretendes que otro guarde tu secreto si tú mismo, al confiárselo, no los has sabido guardar
La intención de no engañar nunca nos expone a ser engañados muchas veces
Conocer las cosas que lo hacen a uno desgraciado, ya es una especie de felicidad
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