lunes, septiembre 24, 2007

La vida de DIOGENES EL CÍNICO



Diógenes, hijo de Icesio, banquero, fue natural de Sinope. Diocles dice que como su padre tuviese banco público y fabricase moneda adulterina, huyó Diógenes.

Pero Eubúlides, en el libro De Diógenes, afirma que el mismo Diógenes fue quien lo hizo, y salió desterrado con su padre. Aun él mismo dice de sí en su Podalo que fue monedero falso.

Algunos escriben que habiendo sido hecho director de la Casa de Moneda se dejó persuadir de los oficiales a fabricar moneda, y que pasó a Delfos, o a Delos, patria de Apolo, donde fue preguntado «si ejecutaba aquello a que lo habían inducido». Que no habiendo entendido el oráculo, y creído se le permitía la falsificación de la moneda pública, lo ejecutó, fue cogido y, según algunos, desterrado; bien que otros dicen se fue voluntariamente por miedo que tuvo. Otros, finalmente, afirman que falsificó moneda que le dio su padre; que éste murió en la cárcel, pero que Diógenes huyó y se fue a Delfos. Que preguntó no si adulteraría moneda, sino qué debía practicar para ser hombre célebre, y de esto recibió el oráculo referido.


Pasádose a Atenas, se encaminó a Antístenes; y como éste, que a nadie admitía, lo repeliese, prevaleció su constancia. Y aun habiendo una vez alzado el báculo, puso él la cabeza debajo, diciendo: «Descárgalo, pues no hallarás leño tan duro que de ti me aparte, con tal que enseñes algo.»

Desde entonces quedó discípulo suyo, y como fugitivo de su patria, se dio a una vida frugal y parca. Habiendo visto un ratón que andaba de una a otra parte (refiérelo Teofrasto en su Megárico), sin buscar lecho, no temía la oscuridad ni anhelaba ninguna de las cosas a propósito para vivir regaladamente, halló el remedio a su indigencia.

Según algunos, fue el primero que duplicó el palio, a fin de tener con él lo necesario y servirse de él para dormir. Proveyóse también de zurrón, en el cual llevaba la comida, sin dejarlo jamás en cualquier parte que se hallase, ya comiendo, ya durmiendo, ya conversando; y decía señalando al pórtico de Júpiter que «los atenienses le habían edificado otro pompeyo donde comiese».




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